Mi trabajo, perdónenme si ahora mismo no soy más específico, es confundir. Hacer, no hago mucho más que escribir, soy un inactivo, y escribo porque no sé hacer otra cosa. Las palabras son mi verdadera casa, tal vez porque no son de nadie. Todo lo demás lo voy dejando por el camino, pues hay que tener siempre presente la eventualidad de una rápida retirada. Soy, ya lo habrán pensado, un parásito, y en ello me satisfago. Mi oficio es ir caminando por entre la gente robándole a cada uno lo que pueda satisfacer mi necesidad cotidiana, que es la de todos, y de ello me acuso, pero ¿no hacemos todos lo mismo? Soy un sobreviviente, nada más.
Lo que van a leer a continuación, una historia de amor, o varias, porque cada uno es un mundo, no es nada diferente a lo que he visto. Una colección de recuerdos e imágenes que pasan ahora por mi cabeza como por un televisor. Es cierto, mi opinión está ahí, protagonista e infame. Pero creo que no podía ser de otra manera. Estén seguros de que la intención es mostrar antes que decir, así decir sea lo único que tenga. Aquí está el paquete, ya. Baste con lo dicho por ahora.
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