martes, 30 de octubre de 2007

DOS

No es que tenga nada contra el matrimonio. Yo mismo estuve casado dos veces. Tres, si contamos la dulce convivencia con Mariana, quien después de vivir juntos durante cinco largos años me abandonó para casarse con su amigo de toda la vida… no sé si sea relevante contar que inmediatamente quedó embarazada; ella, que siempre había jurado no querer tener hijo. En fin. No creo que el matrimonio sea en sí mismo un problema, lo que ocurre es que hay más parejas contrayendo matrimonio todos los días de las que deberían. Estamos todavía convencidos de que el amor y el matrimonio deben ser la misma cosa. Demasiada televisión, qué le vamos a hacer.

¿Y Sandro? Bueno, Sandro está un poco loco, pero no es para que se tome el asunto tan a la ligera. Tiene 35 años mal vividos, se está quedando calvo desde la coronilla e insiste en dejarse crecer el pelo, fuma como si no hubiera mañana y tiene verdaderamente poca experiencia con las mujeres. Lo conozco hace poco más de diez años, fui su profesor en la universidad y en algún cierre de semestre terminamos, borrachos, hablando más de la cuenta con una estudiante, compañera de él, que nos encantaba a los dos. Hicimos —nosotros, casanovas de medio litro de cerveza— gala de nuestras habilidades oratorias hasta que ella, aburrida, decidió irse con un paisita de Ingeniería que la sacó a bailar. Tal vez desde esa tarde nos unió una especie de solidaridad ante el fracaso, o simplemente descubrimos que nos parecíamos más de lo que creíamos, el hecho fue que nos hicimos los amigos que somos aún hoy. No nos vemos todos los días, ya dije que él sigue activo, tiene sus horarios, sus responsabilidades, qué se yo, pero procuramos estar en contacto por lo menos dos veces a la semana, a través de Messenger o de Facebook. Y de vez en cuando aparece inesperadamente ante mi puerta. Hay veces el trago lo trae él, otras, soy yo el que lo saca de la alacena.

Todas las historias de Sandro eran parecidas a ésta. Sandro habla mucho y no hace nada. Bueno, fuma. Sandro fuma en vez de hacer. Es posible que por eso resultara él también un profesor. Una vez, me estuvo prometiendo durante más de un mes que me iba a presentar a “unnnumerito”. Así se refiere a sus hipotéticas conquistas: son “unosnnumeritos”.

—Hermano. Tenemos que salir. Tengo que presentarle “unnnumerito”.

—No me joda, hermano. Usted sabe que mí no me gusta salir. Que la ciudad me produce pavor. Que solamente me siento seguro entre mi casa. Además, estoy por creer que todas sus amigas son fantasmas, o amigas imaginarias.

—No se ponga así, Tuco, no sea cansón. Esta vez sí es la propia. Con esta me caso y tengo hijos.

Esa noche logró que yo me vistiera, que saliera de mi casa después de las seis de la tarde, que fuera hasta uno de los enigmáticos bancos móviles que circulan por la ciudad, que circuláramos de bar en bar hasta que llegamos al sitio y a la hora convenidos y que usara una de esas pepas para disfrutar en medio del caos de la gente que se mueve frenéticamente, de la música multiplicada por cientos de bocinas ubicadas en los postes del alumbrado urbano. Toda la jugada. Al final llegó el personaje. No recuerdo cómo se llamaba. Una jovencita de pelo cortísimo. Casi una niña. Atractiva, sí, con ese atractivo hermafrodita que le encanta a Sandro. Muy delgada, como esas niñas que deambulan por la ciudad, dormidas por falta de comida pero excitadas por el exceso de estimulantes, y mirada de “soy huérfana, el mundo me ha dolido más que a ti, y qué”, casi un muchacho herido que acabara de llegar de la guerra. Se acercó, nos saludó, dio a Sandro un abrazo cálido, como si se conocieran hace años, habló con él un rato y se rio sincera de sus hasta que su celular sonó y brilló con diez luces. Anónima, corrió a encontrarse con otro muchachito igual a ella que la esperaba en una motocicleta 50 c.c. parqueada descuidadamente sobre la acera. Sandro vio cómo se iba, se volvió hacia donde estábamos y no volvió a tocar el tema. Así es Sandro. Puro corazón. Y ahora quiere casarse.

***
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1 comentario:

Btoven dijo...

Te equivocas mi querido Tuco "Estamos todavía convencidos de que el amor y el matrimonio deben ser la misma cosa ", hay es donde te equivocas...